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OFF TOPIC: CRÍTICA DE X-MEN: APOCALIPSIS; NI A LOS ALTARES, NI A LA HOGUERA...

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La segunda trilogía de los X-Men llega a su fin aquí después de Primera Generación y Días del futuro pasado, de nuevo con Bryan Singer como maestro de ceremonias y con los protagonistas habituales de esta nueva y rejuvenecida versión de los mutantes. Que digo yo, como sigan rejuveneciéndolos, en la próxima película la “escuela para jóvenes talentos” del profesor Xavier será la “guardería para talentos lactantes”, porque estos X-Men son cada vez más los X-Boys. Aunque esto es algo comprensible y totalmente al servicio de la historia y del público actual. 

En su paso por el cine, la saga de los X-Men ha tenido grandes altibajos, que van desde una muy digna primera película en el ya lejano año 2000, una excepcional secuela en 2003 -pico máximo de calidad de la franquicia-, pasando por un bache con X-Men 3 que ríete tú del cañón del Colorado (colorado es como debería haberse puesto Brett Ratner por filmar semejante esperpento). Tras esto, era necesario un “renovarse o morir” que llegó con Primera Generación y que les salió bastante bien pero que dio paso a una mucho más confusa Días del futuro pasado, que reconozco se me hizo terriblemente aburrida. 

En general, con las películas de esta franquicia me ocurre que me resultan entretenidas, pero no me dejan ningún poso. Las veo y las olvido, quizá con excepción de alguna escena concreta o de la tercera parte, que es imposible de olvidar pero por otros motivos (algo de lo que el propio Singer se burla en un momento del film, con la oportuna ayuda de Star Wars mediante). X-Men: Apocalipsis no es para mí una excepción a esta norma. Como entretenimiento pasajero cumple con creces, con un ritmo que, si no es frenético, sí es muy dinámico, y un buen número de personajes los cuales reciben un desarrollo proporcional a su importancia en la historia. Obviamente no encontramos el mismo cariño argumental hacia Mística, Scott Summers, Xavier, Magneto o Mercurio que hacia Ángel o Mariposa Mental (que, por cierto, no se me ocurre peor nombre para un personaje… aunque compensa con creces con ese uniforme que le han hecho). El show es coral, pero la voz cantante la llevan unos pocos y eso se nota. Pero como decíamos, es completamente lógico. 

Como aspectos a destacar, además del ritmo y de un humor mucho más sutil que el de sus “hermanas mayores” de la Marvel Disney, los efectos visuales son muy espectaculares y la película tiene tres secuencias fantásticas; la escena de apertura sobre Apocalipsis, con un rollito a lo Stargate que, a un amante de la sci-fi ya le gana la partida; la escena final, tanto la batalla (más típica y con todos los clichés del género que puedas enumerar) como, sobre todo, dos minutos finales absolutamente fan-service; y muy especialmente la secuencia de Quicksilver, metida a mitad de la película. ¿Recordáis la escena de Quicksilver rescatando a Magneto en Días del futuro pasado? Pues multiplicadla por 10 en espectacularidad, en calidad visual y hasta en humor bien incrustado. El resultado: posiblemente los 5 mejores minutos que he visto este año en una sala de cine. Y llevándolo a “mi terreno”, una escena que te hace repensar en lo que Superman podría o no podría haber hecho en la escena del Capitolio en Batman v Superman. No digo más para no hacer spoilers. 

En cuanto a aspectos negativos, si dejo a un lado que los personajes me importan entre poco y nada y que a ninguno de sus protagonistas le encuentro verdadero carisma -ni siquiera a un Michael Fassbender que parece que está ahí por el cheque y poco más, notándosele pasar de puntillas por su papel-, el villano es una calamidad. No digo por su aspecto, que es el que es y ya se ha dicho todo hasta la saciedad -aunque, al menos, no es rosa-, sino porque es un villano completamente al uso, con una buena motivación pero que se desinfla soltando discursitos y que en ningún momento me transmitió una auténtica amenaza, ni él ni sus descafeinados “jinetes”. Me dio la impresión, haciendo un símil, de que es el Ultrón de los X-Men, un villano con mucho nombre y mucha historia en el cómic pero cuya traslación a la gran pantalla se ha quedado en otro fan-service y podría haber dado mucho más de sí. Igual que el esperadísimo cameo de Lobezno, que si bien sorprende por su crudeza y violencia, no deja de ser un pegote en medio de la película a la altura del de Flash visitando a Bruce Wayne en Batman v Superman. Está ahí para que la gente diga “¡Hala, sí es (fulano)!”. Más allá de eso, quítalo de la cinta y la situación podría haberse resuelto de cualquier otro modo. 

En conclusión, de nuevo la crítica siempre hace de las suyas y es capaz de encumbrar o de enterrar un producto, y no habrá nunca mejor antídoto para esta plaga del siglo XXI que aplicar siempre el criterio propio. Porque al final, ni estamos ante la catástrofe que muchos habían querido hacer anticipadamente de esta película, ni tampoco ante un film memorable más allá de tener alguna escena muy chula y una en particular que es para quitarse el sombrero y que ya justifica pagar una entrada de cine para verla como es debido. Aparte de eso, lo que uno llegue a empatizar con esta nueva X-Men, dependerá del cariño que les tenga a los personajes.

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