RESEÑA DE ACTION COMICS #46

Pese a estar infectado por la masa negra que le ha perseguido durante meses, Superman se enfrenta a las máquinas y los soldados de las instalaciones que han estado experimentando con inocentes a las órdenes de Wrath.

Tras poner a salvo a las víctimas, Superman descubre que puede moverse en grandes distancias a través de las sombras, e incluso sentir a su oponente y sus intenciones a través de la masa que le infecta. De este modo, el hombre de acero averigua que el plan de su enemiga consiste en lanzar la masa negra sobre las ciudades infectando a cuanta gente le sea posible para según ella, purificar este planeta.

Tanto el hombre de acero como su nueva amiga Lee Lambert, están dispuestos a detener a la villana y a usar las habilidades que les proporciona la sustancia oscura contra ella. Pero Wrath no será derrotada fácilmente. A su servicio tiene una legión de criaturas sombra y comandándolas, al monstruo de Frankenstein, totalmente poseído por la masa oscura. La batalla está servida, pero en realidad es Lee Lambert quien deberá decidir si sigue oponiéndose a Wrath o acaba viendo en Superman un monstruo más que debe ser detenido.

Un buen amigo de quien esto escribe, afirma que cuando una película es absolutamente mala, llega a un punto en que se da la vuelta y se convierte en buena, dado que el extremo de autoparodia y locura al que ha llegado se ha convertido en algo divertido y no puedes evitar descacharrarte de risa.

Yo creo que en Action Comics, estamos en ese punto. En serio. No voy a entrar ya en hablar de los absurdos del guión, lo estereotipado del villano, lo plano de sus personajes y ya, para que repetir que Superman ni está ni se le espera. Una historia donde un tipo es poseído por un moco negro, se lía a tortas con soldados y arañas mecánicas, va en busca de una villana mala malísima y acaba dándose más tortas con el monstruo de Frankenstein… ¿Qué quereis que os diga? Mind blowing, o como diríamos por aquí, te peta la cabeza.

Personalmente, gracia me hace bien poca, pero estoy convencido de que este cúmulo de lo absurdo es justo lo que el guionista perseguía y oye ¿Quién sabe? Igual por ahí fuera hay un público deseoso de semejantes pajas mentales. Vaya usted a saber.

El dibujo no es bueno, es magnífico, porque para una historia como esta cualquier cosa más allá de unos palos con circulitos por cabeza es extraordinaria. Pero en cualquier caso Scott Kollins sigue dando mucho más en lo artístico de lo que nos tiene acostumbrado el titular Aaron Kuder que sigue a lo suyo en esto del guión.

En conclusión, esto no es una historia de Superman. Ni siquiera una historia muy loca de Superman. En todo caso, una historia muy loca y punto. Apta solo para los amantes de la psicodelia y la locura más desatada. El lector verá si está entre ellos o se va a pastar a prados más verdes.

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