Guión: Greg Pak
Dibujo: Cliff Richards
Reseña de Antonio Monfort
RESUMEN
Para disgusto y enfado del nuevo Batman, Clark Kent ha seguido en las cercanías de Gotham rastreando el sol artificial que se perdió tras la escaramuza con la gente de Subterránea en los números anteriores. Incluso sin la mayoría de sus poderes y con un poco de ayuda de tecnología Wayne, Superman logra localizar a algunos de los fanáticos miembros del llamado Comando Amanecer. Estos no representan ninguna amenaza para el deteriorado hombre de acero, pero la aparición de su líder, Vandal Savage, pondrá las cosas a un nivel muy diferente. Clark no es rival para el inmortal y recibe una brutal paliza por parte de éste, pero consigue escapar gracias a la llegada de Batgirl quien le lleva a la Batcueva para reponerse.
Más tarde, el rastro de las actividades de Savage lleva al duo a un depósito de misiles en Siberia, donde el inmortal planea conseguir el uranio que contienen y utilizarlo para sus fines. Vandal amenaza con arrasar a todos cuantos viven en la zona si no consigue el uranio en siete días, una tarea prácticamente imposible. Superman está dispuesto a protegerles, pero esta vez no está solo, y es que además de Batgirl, dos antiguos Robin han llegado allí para ayudarles.
CRÍTICA

Tanto es así, estamos tan lejos de que esto sea un comic de Superman, que la única forma de que esto cobrara sentido sería como un enorme elseworld que empezó en 2011 y que aún sigue, siendo este asunto del Superman desposeído de poderes, un gigantesco segundo acto de una historia desgraciadamente lejos de concluir. Los comics seguirían siendo igual de malos, pero al menos así nos ahorraríamos el disgusto de pensar que este se supone que es el Superman titular de nuestros tiempos.
Lo más relevante del asunto, de nuevo, el dibujo. El arte de Cliff Richards cumple estupendamente con estupendos planos forzados y líneas muy limpias que tapan los defectillos de su arte aquí y allí con mucha eficacia. Con una historia como esta, da igual que el dibujante fuera el hijo secreto de Brian Bolland y Adam Hughes bendecido con el talento de sus dos padres, no hay nada que hacer, pero al César lo que es del César y no nos cansaremos de decir que el problema de DC no son sus artistas sino la dirección que está llevando la editorial en general.
En definitiva, otro vagón más en este eterno tren del terror que son los comics de Superman hoy en día. No se me ocurre a qué clase de lector podría gustarle un cómic así. Si alguno está leyendo esto, primero enhorabuena por su estómago y segundo, por favor escríbenos unas líneas para contarnos tu percepción del mundo que sin duda debe ser alucinante.
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