Guión: Max Landis
Dibujo: Nick Dragotta
Reseña de Javier Olivares
RESUMEN
Smallville, Kansas. El pequeño Clark Kent es incapaz de controlar lo que le está ocurriendo: atravesando el techo de la casa, se eleva en el aire sin poder dominar su vuelo y su madre, Martha, va colgada de sus pies y la caída desde cada vez mayor altura podría matarla. Llega un momento en el que Clark deja de elevarse y los dos caen a plomo desde muy alto, aunque al final parece que el asustado Clark logra frenar a tiempo y el único magullado es su padre, Jonathan, que se lastima un pie cuando corre a socorrerlos.
Los Kent llaman a su médico de confianza para que examine a Clark, y éste no ve nada raro en el pequeño a excepción de que emite una radiación aunque ésta no alcanza niveles peligrosos para él ni para nadie más. No obstante les recomienda visitar a un auténtico científico. En el colegio, Clark trata de ser un niño normal e ir al cine con sus amigos y con Lana, la chica que le gusta. Pero durante la película vuelve a tener uno de sus episodios de vuelo incontrolado y se eleva unos metros cayendo al suelo después, algo que la gente piensa que ha sido por una bolsa de gas. Pero Clark se siente completamente alienígena, un monstruo, y en un ataque de rabia encerrado en un baño, destroza un espejo y una pared de un puñetazo. Su padre le echa una buena bronca por ello cuando va a recogerlo, diciéndole que una cosa es estar enfadado y otra actuar como un idiota. A partir de ese momento, Jon intenta ayudar a Clark a aprender a controlar su capacidad de volar, aunque por el momento la cosa viene y va sin que el pequeño sea muy capaz de dominarlo.
Una tarde, al volver Martha de la compra, Clark se eleva en el cielo pero consigue parar a varios metros del suelo. Lo que no es capaz, es de bajar. Asustados porque alguien lo descubra, Jon pide ayuda a su vecino y amigo Ben, que sabe de lo que Clark es capaz, y utilizando su avioneta y un gancho de metal intentan literalmente "pescar" al pequeño flotante. Solo consiguen desgarrarle la sudadera, pero Clark logra controlar su nuevo poder y volar. Y le ha encantado.
CRÍTICA
En estos tiempos que nos toca vivir con la actual DC Comics, como suele decirse "todo agujero es trinchera". Quizá por eso podríamos pensar que una historia como este Superman American Alien ya viene con una gran ventaja bajo el brazo, que es la de no depender de la terrible y nefasta continuidad que lleva lastrando las historias del personaje de Superman desde a las mentes pensantes de DC se les ocurrió aquel despropósito llamado New 52 y todo lo que ha supurado a partir de ahí. Y tendríamos razón, American Alien ya parte con esa ventaja. Pero afortunadamente para nosotros, no es la única virtud de este cómic.
Lo bueno del origen de Superman es que puedes contarlo mil veces y de mil formas diferentes, y siempre que se respeten ciertos pilares básicos, el resto de la historia puede tener un enfoque distinto y todo seguirá siendo reconocible. Además, si añadimos a la fórmula el ingrediente de la vulnerabilidad emocional del personaje, podemos transformar la historia en algo grande, muy grande. Tenemos ejemplos recientes, como Para todas las estaciones, Kryptonita (Superman Confidential) o las más recientes Earth One. Y ahora American Alien se suma a este selecto puñado de historias en las que volvemos a leer el origen de siempre y al mismo tiempo consigue parecer fresco y renovado, aportando nuevos puntos de vista y haciendo contemporáneo a un personaje que lleva casi 80 años entre nosotros. Además, lo que hace diferente a esta colección de 7 números es que no solo es ajena a la continuidad sino que ni siquiera es esclava de la suya propia. Con Max Landis como guionista (alguien que se ha confesado siempre como fan absoluto de Superman y que conoce bastante bien al personaje), la historia no seguirá una línea continua sino que narrará de forma episódica siete momentos muy importantes en la vida del hombre de acero en diferentes etapas de su vida, desde la infancia hasta la edad adulta. Esta primera parte se centra en un pequeño Clark Kent que empieza a experimentar uno de sus poderes más fantásticos y con el que todos hemos soñado alguna vez, el de volar, pero que al mismo tiempo se nos presenta como algo peligroso para él y para quienes le rodean hasta que aprende a controlarlo.

Respecto al dibujo, esta colección se caracterizará también por contar con un artista diferente para cada número. Nick Dragotta se ocupa de este número de infancia de Superman y consigue un trabajo muy logrado, con un dibujo divertido, dinámico, con cierto toque manga (la influencia de Jorge Jiménez empieza a planear sobre los artistas actuales) y una composición de página cargada de viñetas pequeñas que le aportan una muy buena narrativa sin dejarse nada. La expresividad de los rostros está muy conseguida en una historia con tanta carga emocional.
En conclusión, muy buen arranque de esta miniserie y muy buen enfoque del capítulo mil veces visto de la infancia de Superman. Con historias así uno vuelve a recordar quién es Superman y por qué nos encanta, así que esperemos que la colección mantenga el nivel y que termine siendo una de esas raras avis que todavía sobrevuelan hoy en día sobre los inhóspitos cielos de DC Comics...
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